Mnemosine ~ El rodaje

Internet se ha convertido en la última década en una gran plataforma publicitaria, ha revolucionado el mundo de las comunicaciones y del lenguaje, y ha dado cabida a una enorme cantidad  de producciones menores que anteriormente no habían tenido vía de difusión. La moda también se ha subido al carro de de esta nueva vía de comunicación publicitaria creando producciones audiovisuales que, gracias a su estética preciosista, se han convertido en pequeñas obras de arte. Reconocidos autores y otros no tan reconocidos se han afanado en la producción de spots publicitarios y pequeñas piezas narrativas con las que poco a poco se va desarrollando un nuevo lenguaje, diferente y peculiar, que va definiendo al llamado vídeo de moda.

Mnemosine comenzó cuando mi amigo Nico, director de fotografía, me habló acerca de ASVOFF, el festival de cine y moda que iba a tener lugar en diciembre en Barcelona. ASVOFF lanzaba una nueva convocatoria de su concurso internacional con el que pretende impulsar y fomentar la realización de estos cortos de moda. Nico me propuso participar y, ¿por qué no? Gracias a la calidad de las nuevas DSLR de Canon y su modo de grabación de vídeo, el proyecto estaba al alcance de nuestra mano. Teníamos los medios, teníamos la idea, sólo teníamos que ponerla en ejecución.

Hicieron falta dos meses de preproducción para gestar Mnemosine: ideas, guiones, castings, localizaciones, reuniones, equipos, ensayos, alquileres y Mnemosine estaba listo para rodaje. 4 días, 4 localizaciones, 4 actores, 92 planos en el guión técnico. Un auténtico reto para las 24 personas que formábamos el equipo.

El primer día de rodaje fue sin duda el más duro. Nuestro Hades particular nos esperaba para comenzar la jornada apenas el sol despuntara sus primeros rayos. Diciembre en el valle de Lozoya. 1 grado de temperatura. Los diseños de Moisés Nieto no es que estuviesen precisamente pensados para una excursión campestre en pleno invierno. Afortunadamente Elena, nuestra actriz protagonista, sólo se permitía tiritar entre plano y plano.

Elena Ramos con su mejor cara a 3º de temperatura.
Elena Ramos con su mejor cara a 3º de temperatura.

Lo más bonito de un rodaje es ver cómo esas imágenes que llevan dando vueltas en tu cabeza durante dos meses van cogiendo forma y convirtiéndose en una realidad. El proyecto comienza de pronto a crecer él solito, se desvincula de la mente de su creador y a veces es el propio corto quien toma las riendas de la producción y decide convertirse en lo que él quiere, no en lo que tú tenías pensado. En estos casos lo más inteligente es dejarle vivir y disfrutar viéndole crecer.

Supervisando una toma.
Supervisando una toma.

El resto del día transcurrió a contrarreloj, en una carrera frenética entre nosotros y el ocaso. Por un pelo, pero ganamos nosotros.

Al día siguiente rodábamos en interiores, o eso creíamos nosotros. Nadie nos había contado que en Tabacalera tienen un extraño sistema de calefacción inverso que hace que el interior sea aún más frio que el exterior. No contentos con eso, ese día rodamos una escena de cama, de esas en que los actores llevan poquita ropa. Afortunadamente la cama en cuestión tenía un buen edredón bajo el cual se amparaban mientras nosotros preparábamos cada toma.

Antonio Dominguez preparando a los actores.
Antonio Dominguez preparando a los actores.

Esa tarde Gisele, codirectora del proyecto, estaba a la cabeza del equipo. Plano a plano fuimos materializando en imagen esos momentos inolvidables, esos recuerdos abstractos de tardes de domingo, de ternura y complicidad.

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Ensayando la escena bien abrigados.
Ensayando la escena bien abrigados.

La impredecible meteorología de diciembre nos obligó a cambiar el plan de rodaje, lo que suponía tener que cambiar el decorado del set de un día para otro. Nuestro equipo de arte trabajó durante toda la noche sin descanso para convertir la blanca habitación en la melancólica morada del personaje del padre. Cuando llegamos por la mañana paredes, muebles, suelo, techo y ambiente se habían transformado misteriosamente en la tercera secuencia. Recogieron sus ojeras y les mandamos a casa.

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Mientras los papeles volaban íbamos viendo por la pantalla LCD cómo padre e hija sufrían su proceso de encuentros y desencuentros al afrontar la pérdida de su ser más querido. Cajas llenas de recuerdos encerrados dentro de un recuerdo.

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El paraje de la madre estaba localizado a las afueras de Pinto, en mitad de un olivar tan bonito como embarrado. Allí terminábamos nuestro rodaje deleitándonos con un momento inolvidable, un reencuentro que nos hizo emocionarnos por enésima vez.

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4 días de rodaje, de frio indescriptible, de horas de trabajo, de decorados y transporte de materiales. 4 días llenos de paciencia, energía e ilusión. 24 personas trabajando con esa ilusión que sólo se encuentra entre esa gente dispuesta a trabajar por amor al arte, sólo para dar forma a una pequeña historia que surgió durante las tardes de otoño con una excusa, un concurso, y un único fin, crear.

Desde aquí mil gracias a todo el equipo.

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