Hoy Google nos ha recordado a todos el cumpleaños de un grandísimo fotógrafo. Hoy, Robert Doisneau, hubiese cumplido 100 años.
Durante casi 60 años Doisneau recorrió una y otra vez las calles de París reflejando con su cámara su mundo coetáneo. Retrató lo que era visible para todos y lo que nadie quería ver. Su mirada captó momentos únicos, efímeros, puntos de vista singulares. Tenía una peculiar visión para reflejar la anécdota y la ternura en una sola toma. Sus imágenes no son grotescas, no ridiculizan, ni siquiera ponen a nadie en evidencia. Son imágenes simpáticas, amables y enternecedoras.
Doisneau fue el fotógrafo de los niños, de los besos, de los pintores callejeros, de los transeuntes, de las miradas furtivas, de la torre Eiffel. Nos ha dejado un legado de valor incalculable, un testimonio de la evolución de la vida en las mismas calles de la misma ciudad a lo largo de más de medio siglo.
Desde aquí, feliz cumpleaños, maestro.
“El pueblo de París, al frotarse con el mobiliario urbano, ha dado a la ciudad esta pátina tal vez amable. Así, yo mismo me he pateado las calles tantas veces, he participado tanto en el bruñido de sus adornos, que por primera vez en mi vida me siento vagamente propietario. No obstante, quisiera pertenecer a la especie poco común de los propietarios liberales, dejar mi puerta abierta de par en par”.
Robert Doisneau